El brutal crimen de Bruno Bussanich marcó un punto de inflexión en la lucha contra el narcotráfico en la ciudad de Rosario. Se trató del cuarto asesinato en manos de bandas narco en una semana, pero bajo la amenaza de que no será el último. Horas después, fue baleado el Complejo Penitenciario de la ciudad, luego de una requisa de detenidos.
El playero, de 25 años, trabajaba en una estación de servicio cuando, sin mediar palabra, lo asesinaron de tres disparos. El sicario dejó una nota firmada por “Zona Norte, Zona Sur y Zona Oeste”, las bandas que operan en la ciudad santafesina: “Esta guerra no es por territorio. Es contra Pullaro y Cococcioni. Así como nosotros llegamos a 300 muertos, estando unidos vamos a matar más inocentes por año”.
El gobernador de la provincia de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, y al ministro de Seguridad, Pablo Cococcioni, activaron entonces un Comité de Crisis, encabezado por la Policía provincial, del que también forman parte la Policía Federal, la Gendarmería, la Prefectura Naval, la Policía de Seguridad Aeroportuaria y el Servicio Penitenciario, además de las Fuerzas Armadas.
La Junta Operativa está conformada por el Gobierno de Santa Fe, el Ministerio Público de la Acusación, la Municipalidad de Rosario y el Gobierno nacional, que trabajarán de manera coordinada y permanente; en tanto que las Fuerzas Armadas fueron facultadas para otorgar asistencia en las operaciones de seguridad interior.
Los ministros nacionales de Seguridad, Patricia Bullrich, y de Defensa, Luis Petri, viajarán este lunes a Santa Fe, para reunirse con Pullaro y el intendente de Rosario, Pablo Javkin, a fin de acordar acciones conjuntas entre todas las fuerzas y dar respaldo en la provincia. El presidente Javier Milei buscará, además, que se los encuadre bajo el delito de terrorismo.
Escalada de violencia y punto de inflexión
La oleada de violencia de la última semana comenzó el martes con los crímenes de dos taxistas en menos de 24 horas. La primera víctima fue Héctor Figueroa, de 43 años. Conducía un Fiat Cronos cuando un supuesto pasajero le disparó dos veces en la cabeza, lo mató y dejó tirada una zapatilla al lado del vehículo.
Horas después asesinaron a Diego Alejadro Celentano, de 32 años. Lo encontraron en el interior de su auto con al menos un disparo en la cabeza y la misma modalidad de homicidio: dos agresores, la misma pistola 9 mm y otra zapatilla, como mensaje mafioso.
El jueves balearon a un chofer de la línea K del trolebús de Rosario. El conductor del colectivo se llamaba Marcos Iván D’aloia, tenía 39 años y murió este domingo, luego de casi tres días internado en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (HECA).
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El asesinato del playero Bruno Bussanich ocurrió poco antes de medianoche de este sábado. Un hombre armado entró a la oficina de la estación de servicio donde se encontraba trabajando y, sin mediar palabra, disparó tres veces. Murió poco después en el hospital al que fue trasladado.
Se trató del cuarto homicidio con sello narco luego de que el Gobierno de Pullaro intensificó los controles en los penales de máxima seguridad de la provincia. Este miércoles circuló una foto de un procedimiento al estilo del salvadoreño Nayib Bukele, con presos con el torso desnudo, sentados en el piso, alineados y escoltados por las fuerzas policiales.
La decisión de impedir el uso de celulares dentro de las cárceles, incluso con bloqueadores de señal, derivó en una situación inédita en la provincia. Las bandas narcos dejaron de lado su guerra por el territorio para tener un único enemigo común: el Gobierno provincial. Esa es la lectura que hacen cerca del gobernador sobre la escalada de violencia. “Se unen porque sienten que solas no pueden y a todas se les complica la organización del delito desde la cárcel”, dijeron a TN.
Mientras el narcotráfico se une y amenaza con redoblar los ataques, las fuerzas de Seguridad tienen decidido coordinar acciones contra el crimen organizado. Bullrich viaja con el mandato de Milei de no dar “ni un paso atrás” y dar a las Fuerzas de Seguridad “apoyo irrestricto para hacer lo que sea necesario para reinstaurar el orden”. Sin embargo, Pullaro no está dispuesto a ceder la centralidad de las decisiones.
