Como en las mejores películas de Hollywood, la historia de Matías Jurado trascendió fronteras. El asesino serial que residía en barrio Alto Comedero de la capital jujeña quedará en la historia de las principales masacres que haya sucedido en Jujuy.
El homicida de 38 años, está marcado por haber asesinado y descuartizado al menos cinco personas de distintos puntos de la ciudad, que solía llevarlos engañado a su domicilio para luego ultimarlos.
Jurado, está acusado de persuadir, captar, privar ilegalmente de la libertad a sus víctimas, además de asesinarlas, descuartizarlas y desintegrar sus restos, con el fin de borrar toda evidencia. Bajo la calificación legal de «homicidio agravado por ensañamiento, alevosía y placer en concurso real, cinco hechos».
El Departamento Forense del Poder Judicial reconstruyó cinco perfiles genéticos de cinco personas que fueron denunciadas como desaparecidas, desde abril hasta fines de julio, Juan José Ponce (51), Miguel Ángel Quispe (60), Sergio Sosa (25), Jorge Omar Anachuri (68) y el empleado municipal Juan Carlos González (60). Aunque el fiscal regional del MPA Guillermo Beller, confirmó que hay otros dos perfiles abiertos, que pertenecen a dos personas que no fueron identificadas.
Los investigadores hallaron una importante cantidad de sangre en varios lugares de la casa, como por ejemplo en el baño y en el patio delantero, pero en el piso de la habitación donde dormía Jurado con las pruebas de luminol hallaron varias capas de sangre. Lo mismo que en el
colchón donde dormía Jurado, se ha detectado otra importante cantidad de sangre, como así también en una cortina, una colcha y en varias prendas de vestir.
Esto marca que el asesino aparentemente introducía en su habitación a sus víctimas, consumían bebidas alcohólicas, hasta que en un momento determinado, extraía entre sus prendas de vestir un facón angosto de casi 30 centímetros, muy filoso y delicadamente cuidado, y los asesinaba, los descuartizaba y se deshacía de la mayoría de las vísceras embebiéndolas en tachos con combustible, para luego prenderlas fuego.
El modus operandi de Jurado siempre fue el mismo, captaba sus víctimas, se mostraba comedido, amigable y atento, llevaba dinero, los invitaba a comer y a tomar bebidas alcohólicas y luego les ofrecía su casa para continuar con la reunión, ubicada en la esquina de Fraile Pintado y Las Rosas del barrio Alto Comedero.
El gabinete de psicología del MPA que entrevistó a Jurado, lo describe con una personalidad similar a la de un sociópata, con rasgos narcisistas y que encuentra placer en el dolor ajeno.
Matías Emilio Jurado irá a juicio a principios del 2026 y probablemente sea condenado a la pena de prisión perpetua. Un hombre que se pasó poco más de la mitad de su vida con problemas con la Justicia o detenido. Sobre él pesan otras dos condenas que ya purgó, varias denuncias penales, muchas de ellas por violentos robos, pero otras por violencia de género.


















































