A través de la narrativa, intentaremos destacar acontecimientos históricos. Para ello, hemos accedido a distintas fuentes de información, desde los relatos de personas, documentos escritos, imágenes y objetos, que dan cuenta de nuestra historia, la de San Pedro de Jujuy. Nuestro intento es compartir hechos pasados y vividos, para que no se pierdan en el tiempo.
La tumba del Ñato Sarmiento está en el cementerio Cristo Rey de San Pedro, en la parte vieja. Es de azulejos celestes con una gran cruz del mismo color, un tinglado la protege del sol y de la lluvia. Todo esto lo realizaron promesantes, por favores recibidos de su ““almita”.
Hay numerosas placas que reconocen las gracias concedidas y está permanentemente cubiertos de flores. Lo más llamativo es que hay numerosos cuadernos, carpetas, libros de textos, con agradecimientos por materias aprobadas y haber pasado de curso.
El sepulturero comenta que, para la época de exámenes, son innumerables los estudiantes que preparan sus materias -sentados en las tumbas cercanas o debajo de los árboles- quienes, luego de rendir, vienen a ofrendar sus útiles al Ñato Sarmiento. Hay placas que tienen dedicatorias como éstas: ‘“Gracias Sarmiento por la ayuda que me diste”. “Aprobé gracias a ti”, y otras por el estilo.
¿Qué tendrá que ver un “bandido”, que murió fusilado por la espalda por la policía, con los estudiantes? Una relación incongruente con Domingo Faustino Sarmiento, el gran educador sanjuanino.
Sobre la tumba también hay una pequeña urna con objetos de plata: manos, piernas, hígados, corazones, etc. Y, además, cartas dirigidas al Ñato Sarmiento.
No sin temor, como inmiscuyéndome en la vida privada de otro ser existente, leí algunas de ellas. Había una que se titulaba Obrero Bueno y Noble, donde le pedía que le haga soñar un numerito de lotería o tómbola, para salir adelante de sus dificultades económicas. Otra era de una madre que había sido citada por el juez, y le pedía que la ilumine para que todo salga bien y sus hijitos quedaran con ella.
La muerte violenta en manos de la “justicia” y más por la espalda, unido a su supuesto accionar a favor de los pobres, robándole a los ricos, mucho tiene que ver con el cultivo y reafirmación de este mito popular, que forma parte indisoluble de nuestro acervo cultural.
“La muerte violenta en forma artera a traición o con sufrimiento e impotencia, purifica el alma y la hace milagrosa”, ese es un claro concepto popular. Y es así que nuestra campaña está llena de esos ejemplos: “El degolladito”, “La almita Saavedra”, “La Chabela”, “La almita Sibila”.
Fuente: Juan Carlos Giménez, Pregón Dominical, año 1982
Foto: tumba del Ñato Sarmiento