La noche del miércoles en el estadio Maracanã terminó con un sabor amargo para Racing, luego de que aguantara tanto tiempo el empate sin goles con Flamengo en la ida de su semifinal de Copa Libertadores. La igualdad se le escapó sobre la hora y por un gol lleno de rebotes propios (primero, Santiago Sosa; después, Marcos Rojo). Sin embargo, haber caído por la mínima diferencia hará que, con el correr de las horas, se vea más abierta la puerta hacia la final. Porque se trata de esas derrotas internacionales que no son concluyentes, máxime cuando el desquite tendrá lugar en la casa propia.
Lo dijo el propio Marcos Rojo en el análisis en caliente, aún en el campo de juego. “No es el resultado que queríamos, pero ahora vamos a hablar con los chicos en el vestuario: creo yo que nos vamos conformes. Es un resultado que podemos dar vuelta. Ahora ellos van a tener que aguantar, como aguantamos nosotros acá”. Esa es la sensación clásica en un contexto como éste. Pero faltaba escuchar la conferencia de prensa de quien más entusiasmo transmite a los hinchas académicos, el entrenador Gustavo Costas, que no eligió otra línea. Es más, subió la apuesta.
“A nadie le gusta perder; no es que voy a estar contento. Pero la verdad es que estoy orgulloso de este plantel. Lo digo siempre, no porque esté yo dirigiendo. Lo digo por ellos. Tenemos muchos problemas de lesiones, jugadores que no estaban al cien por ciento”, introdujó el director técnico. Y ejemplificó enseguida: “Lo de [Gabriel] Rojas; sabía que iba a jugar 60 minutos. Y la gastó. Lo de [Santiago] Sosa, que terminó con un ojo todo cerrado y morado, con la nariz abierta; parece que salió de una guerra. La gente tiene que estar orgullosa porque se plantó. Tratamos de jugar de igual a igual. Después, sabemos que ellos son un equipazo, tienen mucho más poder y una billetera más grande”, contrastó el hombre de 62 años.
Más allá de exaltar el poderío del Mengão, mantiene esa esperanza ciega que lo caracteriza. Y a partir de ella aporta una receta para revertir el tanteador en Avellaneda el próximo miércoles. Él cree: “Tenemos que estar más juntos que nunca porque estamos más vivos que nunca y en casa vamos a jugarnos el sueño de poder ir a Lima… «Poder», no. Vamos a ir a Lima“.
Costas continuó refiriéndose a su fórmula para combatir contra tanta disparidad económica. “¿Vos viste quién salía y quién entraba? Es una selección. Podés presionarlos, obligarlos, pero te llevan. Es el mejor equipo de Sudamérica, compite con europeos. ¿Cómo se compite? Con el corazón y el alma, dejando todo. Esperemos recuperar algunos jugadores, que lleguen mejor. Ellos tienen un poquito más, pero estos chicos saben que tienen la gloria ahí, adelante. Faltan 90 o 95… Ojalá den ocho minutos más, como dieron hoy acá“.
A propósito, el DT evitó calificar el arbitraje del venezolano Jesús Valenzuela, que invalidó un tanto conseguido por la Academia en el segundo tiempo: Sosa efectivamente bajó un codo contra Jorge Carrascal, más allá de que el juez no procedió como el protocolo VAR indica. “No voy a hablar del árbitro. La verdad es que no sé por qué nos anularon el gol. La gente del VAR tampoco llamó, me parece. Habrá sido muy grande lo que hizo Sosa… No entendí”.
Costas siguió ensalzando a sus dirigidos y exponiendo la dificultad del contexto… sin olvidar el tanto no validado por Valenzuela. “Siempre me voy seguro y con esa sensación de que van a dar todo. Salimos a jugar de igual a igual con más de medio equipo físicamente mal, en el estadio de ellos, con 75.000 personas. Hicimos un gol: lástima que no se cobró”, remató el DT. Que mantuvo el discurso motivador: “A los sueños hay que ir a buscarlos, y nosotros tenemos que buscarlo en Avellaneda. Es difícil, tienen un poderío tremendo, mucha clase y un gran director técnico, pero no hay que tenerle miedo a nada“, enfatizó.
Fuente: La Nación.















































