El jueves pasado lloraba en la despedida de Barcelona, con Josep Maria Bartomeu a la derecha, el presidente que lo había invitado a marcharse. Luis Suárez se iba después de convertir 198 goles. El domingo debutó en Atlético de Madrid, y en esos 24 minutos anotó dos veces, sirvió una asistencia y hasta le cobraron un penal que luego el VAR anuló. Reconfiguró su mentalidad sin desenfocar su apetito. Ingresó por Diego Costa, a quien más temprano que tarde le arrebatará la titularidad. Y el hispano-brasileño, con inevitable destino de recambio, resumió: «¿Suárez? No sé cómo el Barça dejó escapar a un jugador así». Y lo dice el hombre más perjudicado por la incorporación del ‘Pistolero’ al rebaño de Diego Simeone. Un equipo carroñero sumó a un depredador del área.
No se demoró nada Suárez en mostrar los dientes en Madrid. Firmó su contrató el viernes, y después de haber marcado en su vida 12 goles en Nacional de Montevideo, 15 en Groningen (Holanda), 111 en Ajax, 82 en Liverpool y los mencionados 198 en Barcelona… ya tiene dos en Atlético de Madrid. Entró a los 69 minutos con el partido resuelto: Aleti ya goleaba 3-0 a Granada. A los 74 minutos, habilitó a Llorente para que convirtiera el 4-0; a los 84 minutos cabeceó al gol un centro del mismo Llorente para el 5-0, y ya en el tiempo adicionado, cerró el 6-1 final, luego de que su primer remate pegara en el palo, rebotara en la cabeza del arquero y volviera al uruguayo.
«Debut soñado, ganando y ayudando al equipo!», escribió Luis Suárez en su Instagram algunas horas después del partido. Todavía en el campo del Wanda Metropolitano, en el remate de sus declaraciones subió el listón y se propuso un desafío para su estada en Madrid: «Veremos si queda marcado o no». Atención, lo dice un hombre de colmillos afilados. Todos están advertidos.