Y una noche empezó realmente la Copa Libertadores para Boca. Frente a un rival que lo incomodó. Que durante buena parte del partido le jugó de igual a igual en la Bombonera. Que lo obligó a cometer errores y a desnudar falencias defensivas que no habían aparecido hasta aquí. Y que le sacó un empate 0 a 0.
Claro que a pesar de eso el conjunto xeneize volvió a generar las mejores chances de gol, donde otra vez la ineficacia de los propios y la virtud ajena (el arquero martín Silva fue una de las figuras) le cerraron el arco.
Lo tuvo Tevez a los 5 minutos. También Soldano a los 14, después de una magistral habilitación del Apache, y a los 23. Pero en todas chocó contra Silva. En total fueron cuatro ocasiones claras (Carlitos intentó con un remate rasante y junto al palo izquierdo que el arquero sacó con lo justo) y ninguna entró. El aprovechamiento de las situaciones generadas es algo que debe mejorar rumbo a la próxima instancia.
Una vez más,Tevez tuvo una tarea muy destacada. Con lucidez en la perfecta asistencia a Soldano, pero también atento a jugar con el error del rival, fuerte para pisar el área y rematar, e incluso dueño de los centros en cada corner. Su sociedad con Salvio, aún más dosificada que en otros partidos, es muy interesante.
La apuesta a ser protagonista y buscar la victoria hizo que Boca adelante sus líneas. Eso hizo que funcionaran bien las triangulaciones y esas pequeñas sociedades en diferentes sectores del campo de juego, pero a la vez provocó que en más de una ocasión que la última línea quede mal parada en el retroceso. Cerca de los 40 del primer tiempo, Fabra, con su pierna izquierda convertida en lanza y al límite del reglamento y del penal, logró cruzar a tiempo lo que hubiera sido un mano a mano de Bareiro con Andrada. Fue amonestado.
Sin embargo, aún en un contexto donde el aspecto defensivo no fue todo lo sólido que había mostrado hasta anoche, sigue siendo muy complicado convertirle. En la Copa enhebra ya 4 partidos y 395 goles sin recibir goles.
Libertad ofreció una imagen diametralmente opuesta a la exhibida en Asunción. Ya sin Ramón Díaz, aquel equipo sin alma y sin rebeldía se convirtió, mediante el planteo de Gustavo Morinigo, en uno más agresivo. Consciente de que una derrota dejaba al equipo con un pie afuera de los octavos de final, apareció una actitud más combativa. Mucho más vinculada con la histórica garra guaraní. Sin embargo, con el correr de los minutos esa presión fue disminuyendo.
Bloquear a Campuzano fue un plan que complicó al equipo. En la segunda parte, en cambio, el colombiano encontró más libertades y ofreció la precisión y la entrega de siempre.
Los cambios de Cardona por Obando y Bou por Soldano le ofrecieron al equipo azul y oro más presión en ataque. El volante volvió a demostrar la categoría que tiene en su pie derecho, con pases rápido y precisos. Incluso de un centro suyo lo tuvo López, quien con un cabezazo sacudió la red, pero del lado de afuera del palo.
Con el ingreso de Zárate por Tevez, Boca expuso una de sus fortalezas: la cantidad de alternativas que tiene en su plantel. Aunque en las pocas que tocó el exVélez repitió los mismos errores que lo eyectaron de la titularidad.
No era nada fácil para el equipo xeneize afrontar este partido tan importante en un escenario infrecuente, como lo es una Bombonera sin público. La sensación de vacío se intentó ocultar con banderas, cotillón, e incluso sonido ambiente para los televidentes. Pero la ausencia del legendario Jugador Número 12 se hizo notar. Y así como para el equipo que conduce Miguel Ángel Russo fue un alivio jugar en Asunción y en Medellín sin la habitual presión del público local, anoche sintió la falta del apoyo incondicional de su gente.
Hubo dos regresos en el equipo. Lisandro López y Frank Fabra jugaron en lugar de Zambrano y Mas. Al lateral colombiano se los notó falto de ritmo. Incluso, dudó de proyectarse en el ataque en más de una ocasión. Poco habitual en él no sumarse a la ofensiva.
El otro que volvió a su lugar fue Russo, que después de ver a su equipo a la distancia y por TV, pudo volver a sentarse en el banco de suplentes y observó en silencio y sin barbijo el desarrollo del juego.
Se repite, el contexto impidió todo tipo de fiesta. El habitual clima de Copa Libertadores quedó aplazado. Pero a Boca le bastó para sumar y clasificarse a los octavos de final. Ahora, cuando cierre su actividad en la etapa de grupos, buscará el premio mayor. Cuando el 22 de octubre reciba al Caracas intentará garantizarse el primer lugar de la zona H con un buen colchón de puntos, que le permitirá, en teoría, enfrentar a un rival más débil en la siguiente instancia y definir esa serie de local.